Reconozco que después
de las grandes sensaciones con las que mede en la edición de 2012, la edición
de 2013 tenía el listón muy alto para que acercarse a lo vivido el año
anterior; por otro lado, después del mal sabor de boca que me quedó en la de
Bilbao nocturna, llegué a mi segunda Behobia San Sebastián con sensaciones enfrentadas,
por un lado había ganas de hacer una carrera bonita y bien organizada y por
otro, el buen recuerdo del año anterior y la imposibilidad de correr este año
de mi compañero de viaje (y de portada del periódico) del año anterior Iñaki, me
hacían afrontar la carrera un tanto desmotivado.
La camiseta (muy chula)
Después de la carrera de Bilbao, creo que por la mala leche que hice, estuve entrenando fuerte y muchos días, probablemente demasiados por que llegué, creo yo que pasado de vueltas, en cualquier caso todo esto no son mas que excusas que, una vez pasado un tiempo de la carrera (por eso me gusta dejar reposar las careras antes de escribir sobre ellas), igual pueden servir para acallar a mi ego que se lamenta de haber hecho peor tiempo que el año anterior, pero no empañan el buen recuerdo que guardo de la carrera que, una vez mas, compartí, aunque solo sea al inicio y después de la llegada, con mi amigo Ramón y el grupo de corredores con los que suele entrenar él habitualmente por Donosti.
Este año, como ya he
comentado, Iñaki e Iriana no pudieron venir por lo que el viaje desde mi casa
hasta la casa de Ramón, que se había erigido como el centro de operaciones del
grupo de corredores, lo hice solo ya que en esta ocasión Ali no se animó a
venir con los peques por que parecía que iba a hacer un día de lluvias
complicado par estar con ellos por ahí.
Ambientazo
El domingo de una Behobia
San Sebastián, no es un domingo mas, no te levantas tranquilamente a desayunar
te vistes y te marchas, no, ese día, por
lo menos para mi, es especial, todo lo que haces desde que te levantas
hasta que vuelves a casa con la medalla está cargado de un compenetre emotivo
que te hace estar todo el día de buen humor, debe ser que tu cuerpo sabe que van a pasar
de visita por allí las famosas endorfinas y antes de que las estén se produce
el bienestar que ellas provocan, un efecto bienvenido Mister Marshall bioquímico.
Ese día Donosti, toda
la ciudad, es la carrera, por la calle se respira el ambiente que, como he
comentado antes, posiblemente por el efecto de esas endorfinas, es de buen rollo a todo los lados a los que miras,
supongo que los que compiten para ganar tendrán otras sensaciones mas relacionadas
con el estrés y la ansiedad, pero como esos son minoría, probablemente se
contagien del resto.
Digo esto por que el
barrio de Ramón, esa mañana estaba rebosante de buen rollete, o eso recuerdo, igual
que su casa, a la que ya habían llegado Rodrigo y Javier y se estaban
preparando los dorsales, esparadrapos pomadas etc., los rituales previos de las
carreras.
Los corredores
A la salida nos acercó
Lorena, sin un atasco ni un problema para llevarnos hasta prácticamente 500 metros
de la salida, donde, en un parking de un supermercado, (chapeau a la
organización y a Lorena) nos bajamos, nos quitamos las sudaderas y nos
despedimos de ella para afrontar la carrera cada uno en el cajón de salida que
le correspondía.
La salida de la
carrera se organiza por los llamados “cajones de salida” que no es otra cosa
que la división de los horarios de salida de los corredores asignando a cada
uno una hora en función del tiempo que acredite, ya sea en alguna Behobia San Sebastián
de ediciones anteriores o en algunas otras medias maratones, a mi este año me había
tocado un dorsal rojo con salida a las 10:17 exactamente, pero no nos dio tiempo
a llegar y tuve que salir en un cajón posterior, lo que no es ningún problema
pero que, por el hecho de intentar llegar al cajón de mi hora provocó que
hiciese toda la carrera en “solitario” (todo lo solitario que se está en una
carrera de 25.000 participantes) y creo que fue un error, debería haber ido con
los compis con los que llegué allí, por lo menos un rato y al de un rato pues
ya cada uno a lo suyo, visto después creo que podríamos haber hecho la carrera
completa Javier y yo juntos, ya que me sacó una par de minutos y creo que
podría haber ido en ese ritmo.
A mitad de camino
Como he dicho fui todo
el recorrido “solo” y, probablemente por el recuerdo del año anterior, cada
kilómetro que pasaba me faltaba algo, mi amigo Iñaki estuvo presente toda la
carrera y a la vez no estaba así que, como digo, disfruté, disfruté con la
gente con el paisaje con los niños de las cunetas con los que choque la mano
mil veces pero el ritmo hubo un momento que no pude o no quise mantener y creo
que en el kilómetro 13 o 14 decidí que daba igual, que ya que estaba allí ,
pues a llegar, pero que el tiempo y el ritmo no importaba… igual fue una buena
decisión, ya se sabe que a todos nos gusta mejorar y superarse a uno mismo,
pero este año la lectura fue otra, llegué a la meta, no voy a decir que sin sufrir,
pero llegué muy entero, podría haber seguido un buen rato, de hecho Kepa, el
primo de Ali que se había acercado por allí con unos amigos y con el que después
conseguimos vernos, tanto yo como Urko, otro primo que había ido a correr, me
comentó que así me vio llegar, relajado.
Relajado???
Pues bien, creo que es
otra forma de leer la carrera, ese año llegué a la carrera con mas de 200
kilómetros mas de entrenamiento acumulado que el anterior y hablando con Aitor
(con quien podría haber ido todo el camino por que me saco medio minuto, una
pena no haber quedado en la salida) igual llegaba pasado de entrenos, no sé, estuvo
bien, pero fue distinto.
Trabajo hecho
Tristemente la edición
de ese año no se va a recordar como el año que ganó Pedro Nimo, un corredor “veterano”
y por lo que parece muy majete, se recordará como el año en el que murió Arantza
Ezquerro, la chica de Zizur (Navarra) que, a pesar de ser corredora habitual,
sufrió un colapso y cayo a escasos 5 kilometros de llegar, una pena.
Este año , como no
había venido Ali ni los niños, volvimos al centro de operaciones, nos duchamos
y, en mi caso volví a casa, ellos se fueron a comer, como hacen todos los años
y a hablar de la hazaña.
La siguiente carrera fue
el memoria Itziar López de Getxo, al que el SBKT se presentó casi al completo y
para el que, en principio iba a tener listas unas preciosas camisetas… en la próxima
entrada.