Pasaron casi tres meses hasta la siguiente carrera, los
meses de enero, febrero y parte de marzo, la parte mas dura para entrenar, todo
invierno, que en plena sierra de Aralar, se hace duro y mas entrenando por la
mañana como es mi caso, no obstante el chute que me pego la San Silvestre me
animo lo suficiente para darle una vuelta mas a los entrenos, aumentando un
poco mas las distancias los ritmos y las frecuencias.
Esos meses de enero y febrero, estuve entrenando algún
fin de semana con mis amigos etíopes Jose Mari y Edu, y por primera vez
sobrepasé la hora de entrenamiento en dos tiradas algo mas largas de 13 y 14
km, con sus sabios consejos iba “progresando adecuadamente” y ya entrenaba en
ritmos de alrededor de 5:20 min/km por mi zona repleta de rampas.
Salvo un par de semanas que anduve fastidiado por la
gripe durante el mes de febrero, la cosa fue mejorando y el plan para esta carrera se planteó (lo plantee) muy interesante.
Por un lado convencí (muy fácilmente la verdad) a Edu
para que se viniese a hacernos una visita ese fin de semana con la familia
(Cris y Uxue) y aprovechar así la casualidad de que estaban por aquí para
participar en la carrera (¡que casualidades!), Edu, que por cierto estaba
preparando junto con Jose Mari la maratón de Martin Fiz de mayo, iba ya como un
tiro.
Por otro lado, uno de los días que fui con Ali y los
pequeños a un centro comercial que hay cerca de Donosti (creo que a comprar las zapatillas del Olentzero), nos encontramos por
casualidad con Lorena, la novia de mi amigo/primo Ramón, del pueblo de mi
padre, que trabajaba en Donosti y vivía, por aquel entonces en Hondarribi.
En ese encuentro fortuito, nos explico que Ramón estaba
entrenando y se había puesto a correr de forma habitual, vamos que estaba
volcado en ese asunto, así que, si quería quedar con él para ir a correr
que le parecería perfecto… y efectivamente eso fue lo que hice, retomé la relación con él,
que ciertamente estaba un tanto estancada limitándose a uno o dos encuentros al
año, a pesar de que vivíamos a media hora, con la escusa de que teníamos que ir
a corre juntos, y también quedé con él para participar juntos en esta carrera.
Con lo que por un lado venían Edu y familia y por otro
Lorena y Ramón, así que sin querer había montado (sin decirle demasiado a
Alicia) todo un evento lúdico festivo alrededor de la carrera, que creo que
disfrutamos todos (los que corrían algo mas que las que llevaban la logística,
y se lo agradecimos).
Los korrikolaris
En cuanto a lo puramente relacionado con la carrera, pues la verdad es que también muy bonita, se trata de una carrera de a penas 6 km que parte y llega a Lekunberri con una subida de mas de 1 km del 12%, vamos, dura dura.
En esta ocasión no me iba a pasar como la vez anterior y
el fin de semana anterior, me las apañé para ir a trotar por el recorrido para
conocerlo y saber a que me enfrentaría… lo que estuvo bien, pero la carrera no
fue ni parecida a ese test.
La cosa es que a Edu le apeteció salir también a correr
un "ratito" el día anterior por el monte por donde solía entrenar yo, y así
además de conocer el sitio por donde iba, muy bonito por cierto, estiraba un
poco las piernas antes de la carrera, o como el decía, “quitar un poco las
telarañas”… gran error por mi parte acompañarle, gaste parte de la gasolina que
eché en falta el día siguiente.
Pues bien, he de explicar que estas carreras minoritarias, en pueblos
alejados de las grandes ciudades, suelen propiciar que los que a ellas se
apuntan, sean gente muy bien preparada, con lo que, a pesar de haber no muchos
participantes, suelen ser muy rápidos y competitivos… y eso fue lo que allí nos
encontramos, Ramón que vino justo poco antes de la carrera, estaba un tanto
acongojado con la idea de quedar último, repetía una y otra vez que le daba
igual quedar último y que iba a disfrutar igual… un poco para auto convencerse,
al final no quedó último ni de lejos y disfruto como un enano mejorando todos
sus tiempos de carreras anteriores de distancias similares… a pesar de la súper
rampa.
Y en lo que a mi respecta, pues después de haber
“trotado” el día anterior y de hacer pipi como 4 o 5 veces antes de salir, fui
detrás de Edu todo el rato, empezando a 4 min el km (por encima de mi ritmo de
entonces) los 2 km iniciales hasta que le dije que iba fuera de mi ritmo
y aflojó un poco, ese hecho, otra vez, propició que quemase ese “trubo bost” o “kers”
a las primeras de cambio y, otra vez, cuando llegó la rampa fuerte, volví a
quedarme sin gasolina y toco sufrir bastante para llegar arriba, y eso que a
Edu le faltó empujarme… pero bueno, una vez arriba, recuperé el resuello y
conseguí terminar de forma mas o menos digna los últimos 2 km.
Al final carrera a 4:34 el km de media, que por aquel
entonces para mí estuvo muy bien, de hecho rebajar aquello ha sido bastante
complicado en adelante, si bien es verdad que las distancias en competición en
general han ido a más.
Enlace a la estadística de mi carrera.
Edu por su parte se cansó mas de animarme a mi que de la
propia carrera.
Edu animando
Esta carrera nos puso en sintonía para la Leizako Herri
Krossa, que ya fue de 10 km un mes mas tarde y para la que también monté un
sarao con amiguetes.
Edu, no le estás animando, estás viendo como te quita las pegatinas el torpedo de Repelega...., vamos Asier, que le hiciste la 13-14....
ResponderEliminarNo no, te aseguro que él estaba de paseo mientras yo sufria.
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